El expresidente de Sudáfrica, Nelson Mandela falleció el jueves a los 95 años en Johannesburgo.
Con la muerte de Mandela, el mundo pierde al líder en la lucha por la libertad. En 1962, el que fuera el primer abogado negro sudafricano fue detenido por liderar el movimiento que pedía el fin de la segregación racial. Fue condenado a cadena perpetua en su defensa ante el tribunal, que asumió él mismo, hizo una apasionada defensa de la igualdad racial que concluyó con unas palabras históricas: "He acariciado el ideal de una sociedad democrática y libre en la que todas las personas convivan juntas en armonía y con igualdad de oportunidades. Es un ideal por el que espero vivir y que espero ver realizado. Pero, si es necesario, es un ideal por el que estoy dispuesto a morir" . Madiba vivió lo suficiente para ver realizado su sueño. Sin el buen hacer del anciano líder no se habría llegado a las primeras elecciones multirraciales de 1994. Fue presidente hasta 1999, año en que se retiró voluntariamente del poder. Durante esos cinco años dedicó todos sus esfuerzos a otra de sus obsesiones: la reconciliación de blancos y negros en sus país.
Anoche vi la película "Invictus" y me ayudó a conocer más profundamente a Nelson Mandela. Me llamó la atención su espíritu conciliador a pesar de la oposición de su gente, su capacidad de diálogo y el trato directo con todo el mundo.
Me ha sorprendido (por lo que he oído y visto en los medios de comunicación durante estos días), el afecto y el respeto que le tenían en todas las naciones del mundo y sobre todo en su país.
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